Todos los días vivo la insatisfacción de muchos de mis pacientes cuando me hablan de su trabajo, y me hacen cómplice al requerir mis servicios como terapeuta. Me hablan de que no se sienten valorados por aquello que hacen, de la falta de equidad en el trato que reciben, de la ausencia de vínculos emocionales en las relaciones interpersonales, así como de la falta de conciliación entre su vida familiar y profesional. En definitiva me hablan de como echan de menos el obtener un justo salario emocional.
Trabajar es producir, poner en práctica la cultura del esfuerzo y disciplina para conseguir unos logros materiales. Pero no solo eso, ya que entonces estaríamos hablando de trabajos forzados o forzosos. Trabajar es, debemos intentar que sea así, abrir cada mañana la fábrica de sueños y deseos con esperanza y optimismo para hacerlos realidad, cultivar competencias que motiven a la acción en el camino de conseguir, así como labrar relaciones interpersonales de éxito, vínculos emocionales que nos haga sentir bien, aprendiendo habilidades que nos hagan ser emocionalmente inteligentes.
Tenemos que trazar nuestro rumbo hacia lo que se anhela y a disfrutar con aquello que se desea. El buen trabajo es aquel que invita a saborear una mezcla de aromas de libertad, compromiso y responsabilidad. Independencia con interdependencia en el entorno laboral, es lo que permite crear un bienestar emocional, y generar un respeto por la forma de hacer del otro.
El trabajo forma parte de nuestra rutina de vida. Es la forma de expresar y afirmar la dignidad personal, es el vehículo en el que uno viaja a un destino , marcado por el propósito de materializar iniciativas, propias y ajenas, que permitan satisfacer las necesidades más elementales de seguridad y protección ,de respeto y autorrealización , nutriendo nuestra riqueza interior y exterior.
El trabajo nos hace sentir útil, validos para conseguir nuestros propósitos y ambiciones. Gracias a él, se consigue el auto respeto y la consideración ajena que todo ser humano necesita para crecer en autoestima, auto concepto y satisfacción personal.
El salario emocional son todos aquellos beneficios que una organización pública o privada ofrece a sus empleados, más allá de un sueldo a final de cada mes. Los trabajadores, sea cual sea nuestra profesión y el puesto que desempeñemos en la estructura funcional o jerárquica de la empresa, necesitamos tener una visión y una misión en la que nos sintamos tratados como personas individuales, y ser reconocidos , no como un número más incardinados en una línea de producción, sino como el mayor de los activos. Para ello se necesita no solo de una cultura social y empresarial, sino también de personas/responsables dinámicos, con don de gentes, íntegros, empáticos y comprometidos. Personas capaces de crear un vínculo emocional generoso a la hora de entender, compartir y ofrecer.
La alta dirección de las empresas debe conquistar la voluntad del otro, siendo un ejemplo de conducta que incite y no limite. Algunas veces la creatividad del inferior jerárquico es vista por sus superiores como una amenaza y no como una ventaja competitiva. Debe ser objetivo de todos, construir un liderazgo efectivo, que permita obtener satisfacción y felicidad tanto a nivel personal y profesional, donde se aprecie, retenga y afiance el talento humano, donde se genere confianza en el interior para ser y hacer, así como hacia el exterior para obtener compromiso y llegar a ese puerto, superando marejadas, donde todos ganen, accionista / directivo/ empleado. (Empresa.)
“Se puede comprar el trabajo de una persona, pero no se puede comprar su corazón. En el corazón están su lealtad y su entusiasmo. Tampoco se puede comprar su cerebro. Allí están su creatividad, su ingenio, sus recursos intelectuales” (Stephen Covey).
Elsa Martí Barceló, médico de familia y directora de la Escuela de Liderazgo Emocional (ELE).