Según los últimos datos publicados por ONU, 6.842.202 son los migrantes que España tiene; la mayoría de ellos proviene de Marruecos, Rumanía y Colombia y el 52.6% del total son mujeres (3.569.429). Aunque se hayan triplicado las razones del fenómeno, las económicas siguen prevaleciendo tanto como el grado de feminización del fenómeno. Es muy importante proteger a las mujeres migrantes, de igual manera que hay que proteger a los MENA, es decir, los menores (de 18 años) extranjeros no acompañados. A pesar de que no se trate de un fenómeno fácil de cuantificar, en 2019, el Ministerio del Interior había contabilizado un total de 12.301 menores en el país, del cual el 10% son niñas. Ellas son más invisibles y más vulnerables, por ello su protección debe ser mayor.
Es fundamental aclarar que los menores no acompañados no son criminales, ni delincuentes, solo se trata de niños, niñas y adolescentes que están solxs y expuestxs a un grave riesgo de exclusión y de desamparo que han sido deshumanizados por la esfera pública a lo largo de los años, aunque fuesen en una situación de extrema vulnerabilidad.
A pesar de la multitud de razones que lxs llevan a salir de sus países de origen – entre ellos: pobreza, catástrofes naturales, falta de futuro, violencia generalizada de los derechos humanos, guerra, persecución – un MENA tiene derecho a la protección del Estado español de la llegada a la plena integración social, como si fuera un cualquier menor español – ir a la escuela, atención sanitaria, tener un entorno familiar, hogar digno – para que salga de las calles y de todas las situaciones discriminatorias e inseguras cuanto antes. Lo más eficaz sería apostar por acogerles en familias y personas que hagan que estos menores puedan crecer, vivir, instruirse y desarrollarse con las condiciones físicas y emocionales adecuadas.
La doble discriminación
Las mujeres migrantes en España enfrentan una serie de desafíos específicos relacionados con su estatus migratorio, género y otros factores:
Machismo: Las mujeres migrantes a menudo enfrentan discriminación de género en diferentes aspectos de la sociedad, incluyendo el empleo, la vivienda y la atención médica. Esta discriminación puede dificultar su integración y su acceso a oportunidades.
Vulnerabilidad al trabajo precario: Muchas mujeres migrantes se ven obligadas a aceptar trabajos precarios y mal remunerados, lo que las coloca en una posición vulnerable y las expone a la explotación laboral. La falta de reconocimiento de sus títulos y habilidades también puede limitar sus opciones de empleo.
Tráfico y explotación sexual: Algunas mujeres migrantes son víctimas de tráfico de personas con fines de explotación sexual. Esta problemática es un grave desafío que afecta su seguridad y bienestar.
Barreras lingüísticas y culturales: La falta de conocimiento del idioma español y la falta de comprensión de la cultura local pueden dificultar la comunicación, el acceso a servicios esenciales y la participación en la sociedad.
Acceso limitado a servicios de salud: Enfrentan dificultades para acceder a atención médica adecuada debido a barreras lingüísticas, desconocimiento de los servicios de salud y falta de seguro médico.
Violencia de género: Las mujeres migrantes son vulnerables a la violencia de género, y pueden enfrentar desafíos adicionales al buscar ayuda y apoyo, especialmente si temen la deportación o no tienen acceso a recursos económicos.
Reagrupación familiar: Muchas mujeres migrantes desean reunirse con sus familias, lo que puede ser un proceso largo y complicado debido a las restricciones de inmigración y la burocracia.
Estereotipos y estigma: Las mujeres migrantes a menudo luchan contra estereotipos y prejuicios que pueden influir en su percepción y en cómo son tratadas por la sociedad en general.
Herramientas para atajar el problema
Las niñas y mujeres son las que sufren una doble problemática. No solo son menores, sino también son niñas que intentan huir en cualquier manera de matrimonios precoces, mafias sexuales, mutilación genital, ocultación de las redes de tráficos de personas, violencia interfamiliar. La violencias machista que sufren empieza en el país de origen, de tránsito y de llegada.
Numerosas organizaciones y ONGs trabajamos para abordar estos desafíos y proporcionar apoyo a las mujeres migrantes, incluyendo servicios legales, asistencia social y programas de empoderamiento. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para garantizar una igualdad de oportunidades y una vida digna para todas las mujeres migrantes en España.
Debemos enfocar la atención sobre la relevancia que tiene la implementación de servicios de protección que incluyan la acogida (familiar), la protección y la inclusión social, nacional e internacional; todo será posible solo a través de programas especiales y, cuando sea posible, adaptados a las distintas necesidades. Entre los múltiples actores en España, CEA(R) – Comisión Española de Ayuda al Refugiado – lleva más de 44 anos defendiendo y protegiendo los Derechos Humanos y empujando para el desarrollo integral de las personas refugiadas, apátridas y migrantes con todas las garantías de la ley. Esa Comisión incluye programas de Acogida, de las temporales a las especiales (incluso el Reasentamiento), y también proyectos de inclusión de la atención psicología, la reagrupación familiar a la formación y empleo. Todo eso para que las personas que participan puedan alcanzar una vida digna, autónoma y estable en España, en igualdad de condiciones con los otros ciudadanos.
Desde el Instituto de las Mujeres se han desarrollado dos programas: SARA y CLARA. A través de Convenidos con la Cruz Roja y la Fundación CEPAIM – Consorcio de Entidades para la Acción Integrales con Migrantes – el Programa SARA se dirige principalmente a las mujeres migrantes, víctimas de diferentes barreras sociales y culturales, para mejorar su calidad de vida, superando lo que puede obstaculizar su integración sociolaboral. Ese Programa se adapta de manera interactiva a las necesidades de cada una de ellas, elaborando contenidos específicos e incluyendo la motivación y el acompañamiento para la participación e integración.
El Programa CLARA se dirige a los colectivos de mujeres que más sufren en el momento en que viven situaciones de riesgo o exclusión: inmigrantes, pertenecientes a minorías étnicas, víctimas de violencia de género etc.
También aquí, el objetivo es desarrollar e implementar metodologías interactivas que ayudan y permiten a las mujeres inserirse a nivel sociolaboral a partir de trabajos específicos dirigidos a incrementar su autoestima, su formación profesional y su capacidad de inserción en el mercado de trabajo.
Vivir en paz
Save the Children pone la atención en reducir la vulnerabilidad y la desprotección de las Menas. Según afirma en el diario El Mundo Helena Meleno, periodista experta en derechos humanos, : “[…] Éstas son más pequeñas, parecidas a las redes rumanas en las que un novio te enamora y luego te explota. Son redes muy diversas, pero todas forman parte de la industria de la esclavitud.” Se trata de víctimas invisible porque no están en la calle, sino que en lugares muchísimos más duro y cruel desde el cual es muy difícil salir si no hay la ayuda y la intervención intergubernamentales adecuadas.
Debemos potenciar su autonomía, actuando sobre todo lo que pueda dificultar los procesos de integración e inclusión social y laboral. Lo importante es que todos los MENA miren a una atención que sea lo más individualizada e integral y que responda a las necesidades de cada uno, impulsando la creación de centros de acogidas y actividades culturales, deportivas y lúdicas, en un ambiente normalizado e integrador para potenciar la persona en si misma.
Sin duda, en un escenario utópico, lo ideal sería desarrollar proyectos que puedan reducir las causas de las migraciones y el consiguiente crecimiento del número de Menas; es decir que sería preferible aplicar y mejorar las políticas de los países de origen para que la pobreza extrema, las violaciones de los derechos humanos y la falta de futuro no obliguen a la gente a sacrificar y arriesgar su vida para afrontar el viaje de la esperanza por mar, en las peores condiciones. Pero también es cierto que muchas veces las causas de la migración son precisamente los conflictos internos, que hacen que las intervenciones de las ONGs, en particular, sean muy difíciles.
Por su parte, en el caso de los MENA, el Gobierno de España, a través de la Administración General del Estado, intenta cooperar con las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos para atender a la integración de los menores. En ese sentido, se tiene en cuenta el acogimiento familiar como medida básica de protección a la infancia y se prioriza frente a el acogimiento residencial siempre y cuando la reagrupación familiar no sea posible.
Es muy importante que desde el tercer sector sigamos implementando servicios de recuperación psicológica, reintegración social, en el caso de las mujeres, y reagrupación familiar, especialmente por los niñxs, a partir también de una formación básica.
Es un problema muy difícil de solucionar y abordar, pero no podemos olvidarnos de ellxs y sobre todo, recordar sus palabras y deseos: “Solo quiero que me traten como a una niña. Quiero diseñar mi futuro y aceptarme a mí misma para salir adelante”