Elisabeth Heilmeyer: “En el aire todos somos iguales”

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Elisabeth Heilmeyer era piloto de vuelo sin motor, la forma más pura de volar imitando los pájaros, cuando tuvo un accidente que la dejó en silla de ruedas por una lesión medular. Participó como ponente en Madrid Woman’s Week 2018 en el panel sobre ‘La mujer en el mundo de la aviación’ y hoy cuenta en nuestro Cuaderno de la Mujer su historia.

Los orígenes del vuelo sin motor para personas con discapacidad

Hace ya más de 18 años un instructor de la Escuela de Vuelo de SENASA en Ocaña, Iñaki Ulibarri, tuvo la idea y se la expuso a D. José Luis Ripoll, piloto y aficionado al vuelo y, muy importante, el entonces director general de Airtel. Él en seguida acogió con agrado la propuesta y Airtel financió el arreglo y a la vez la adaptación al manejo manual de un planeador que hacía tiempo se había llevado un golpe y estaba medio olvidado en un rincón del hangar.

Una vez arreglado y adaptado dicho planeador, en el año 2000 se firmó un convenio con Aviación Civil, Senasa , Predif (Plataforma Representativa Española de Discapacitados Físicos) y  Airtel para que personas con discapacidad motora pudieran sacarse la licencia de piloto de planeador. Es desde entonces que el mencionado planeador está a disposición de todas las personas con discapacidad que quieran darse un vuelo o aprender a volar en la Escuela de Vuelo de Ocaña.

¿Por qué creé la Asociación de Las Sillas Voladoras? Tres años después de la firma del mencionado convenio, en el año 2003, a raíz de mi accidente me enteré de que esa iniciativa se había parado y que el planeador adaptado estaba otra vez cogiendo polvo en un hangar y todo debido a una posterior oposición a dicho convenio por parte de la Sección de Medicina Aeronáutica de la Dirección General de Aviación.

Yo tenía clarísimo que quería seguir volando y pilotando pero me topé con la mayor barrera después de haberme quedado en silla: la Administración. El tiempo iba pasando, todo eran palabras bonitas, así que decidí a luchar por este derecho a título personal teniendo que iniciar un contencioso administrativo.

Tenía a mi disposición un avión que por la adaptación al manejo manual era capaz de pilotar, pero no me permitieron renovar la licencia.

Sin embargo, sin volar no me quedaba nunca… Volaba con los instructores, con amigos pilotos y al poco tiempo ya no pensaba más en las piernas que antes movían los pedales sino pilotaba exclusivamente con las manos, igual que conduzco mi coche. El vuelo sin motor, si antes suponía mi actividad preferida lúdica, ahora es cien por cien terapéutica y no sólo para mí sino para todas las personas que no nos podemos mover con la misma facilidad que los demás.

Llegó el momento en el que hubo que demostrar a la Administración que había más personas con discapacidad con el mismo deseo de poder pilotar un avión.

Por eso, ante la permanente negación por parte de la Administración y como iniciativa propia en representación del colectivo que queríamos volar y conseguir nuestra propia licencia de vuelo, decidí  hacerles ver de forma más contundente que no sólo era yo la única loca que lo pretendía. Busqué a compañeros con discapacidad que me apoyaran y creamos en octubre del año 2005 la Asociación ‘Las Sillas Voladoras’.

Sólo queríamos que se aplicara la misma normativa que en el resto de Europa donde existían ya escuelas y clubs de vuelo para personas con discapacidad desde hacía 30 años.

Costó mucho conseguirlo y requirió el esfuerzo y empeño personales de mucha gente, pero el 8 de Agosto de 2008, vimos hecho realidad nuestro sueño cuando salió publicada en el BOE la Orden Ministerial que permite a las personas con discapacidad motora sacarse la licencia de piloto de planeador. Pasaron casi otros 2 años más hasta que, por fin en mayo de 2010, tuve en mis manos mi licencia recuperada.

Actualmente somos 5 pilotos con discapacidad. Somos conscientes de que hay más personas que ya disfrutan mucho con darse vuelos sueltos y no tienen la ambición de sacarse la licencia pero lo importante es que ¡Las personas con  discapacidad motora tenemos la posibilidad de hacerlo!

El objetivo de Las Sillas Voladoras es dar a conocer y promover el vuelo para todas las personas con discapacidad.

Llevamos años y seguimos organizando días de vuelo para personas con discapacidad conjuntamente con PREDIF que gestiona la subvención de SENASA para que los vuelos de divulgación para personas de nuestro colectivo sean mucho más baratos.

El planeador adaptado con matrícula EC-BUO de la Escuela de Vuelo de SENASA en Ocaña (nuestro “Buo” como lo llamamos cariñosamente) ha realizado más de 1700 vuelos (solamente desde el año 2005 más de 1200).

Nuestro gran proyecto era arreglar un planeador que había sufrido un buen golpe en un aterrizaje y que Las Sillas Voladoras conseguimos a buen precio. Se llevó a un taller especializado a Alemania para su reparación y a continuación al propio fabricante para la adaptación al manejo manual. Ya está listo y volando en España desde finales de enero. Costó bastante y gracias a algunos donativos y el préstamo sin fecha límite de devolución ni intereses por parte de un familiar conseguimos los fondos para ello.

Así podemos cumplir con nuestro objetivo y llevar nuestro propio avión a cualquier aeródromo de España, cerca de donde estén personas con ganas de probar el vuelo pero que difícilmente pueden desplazarse a Ocaña.

Actualmente tenemos 146 socios, entre ellos somos 35 personas con discapacidad. Otro de nuestros objetivos es conseguir becas para aquellas personas interesadas en sacarse la licencia y, también, para que cualquier persona discapacitada pueda darse los vuelos que le apetezcan a un coste bajo. Lamentablemente es también una cuestión de dinero puesto que muchas personas con una discapacidad no tienen una situación económica muy desahogada. Ganas de hacer cosas no nos faltan y poco a poco iremos consiguiéndolas.

Otra buena noticia es que la Escuela de Vuelo en ultraligero de Sigüenza y, próximamente también la de Ocaña, cuentan con un Aeroprakt-22 adaptado al manejo manual. Empecé el curso de piloto de ultraligero en Sigüenza hace 3 años pero, otra vez, estamos esperando a que la Administración resuelva permitirnos a pilotarlos con la mencionada adaptación.

Nuestra satisfacción más grande es verles las caras a las personas con discapacidad después de su vuelo. Nos llegan muchas llamadas o correos electrónicos, incluso de familiares y amigos, en los que nos preguntan con cierta duda si realmente pueden darse un vuelo al tener una discapacidad del tipo que sea. No solamente han volado personas con movilidad reducida, también han experimentado un vuelo varios personas ciegas o sordas, p.ej. y las reacciones de cada una eran increíbles. La expresión de duda o incluso de un cierto temor antes del vuelo se les ha quitado por completo y se les ve con una cara radiante de alegría, con una sonrisa de oreja a oreja y diciéndole a todo el mundo a su alrededor “lo he hecho”, “he podido volar” y también más de una vez preguntan “¿puedo repetir?”

Una chica tetrapléjica que ella misma se consideraba un pesado saco de patatas no se lo podía creer y no sólo preguntó si podía volver a volar sino además “si era posible hacerle un looping la próxima vez”, otra persona al abrir la cabina en tierra gritó de júbilo “Yes, we can!”

Hace unos años, después de una macrojornada de vuelo durante un fin de semana con casi 60 vuelos, les agradecí a todos que hubieran participado y en eso dijo una mujer “Somos nosotros los que te tenemos que dar las gracias porque si no es por ti nadie habríamos podido vivir esta experiencia.”

Fue la primera vez que realicé que sí había movido algo importante en beneficio de nuestro colectivo. Mi respuesta siempre es la misma cuando nos dan las gracias por hacerles posible que vuelen, algo que muchísimas personas no habían podido imaginarse en sus sueños más remotos siquiera:“Lo único que hacemos es compartir lo que tanto nos gusta a todos, lo que nos da las ganas de vivir y nos llena de alegría: VOLAR” y añadimos bromeando “claro, el que no corre VUELA”.

Artículo realizado por Elisabeth Heilmeyer, aviadora y primera persona con discapacidad en España con licencia de vuelo.

 

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