Decía Rigoberta Menchú que: “La paz no es solamente la ausencia de guerra; mientras haya pobreza, racismo, discriminación y exclusión, difícilmente podremos alcanzar un mundo de paz”.
Esta semana se celebró el Día Escolar de la No Violencia y la Paz, también conocido como Día de la Paz. Esta fecha conmemora el aniversario de la muerte del líder pacifista Mahatma Gandhi, quien falleció el 30 de enero de 1948.
El objetivo de esta celebración es concienciar a las personas, especialmente a los más jóvenes, sobre la importancia de resolver los conflictos de manera pacífica y fomentar la armonía en la sociedad.
Las mujeres son las víctimas que más sufren en los conflictos armados, por ello, es tan importante para la igualdad de género arrojar luz sobre esta problemática y poder lograr la paz y la seguridad internacional.
La guerra contra las mujeres
Durante los conflictos armados, las mujeres a menudo son víctimas de violencia sexual, física y psicológica. La violencia de género se utiliza como una táctica de guerra para intimidar, humillar y controlar a las poblaciones. Las mujeres enfrentan violaciones, esclavitud sexual, mutilación genital y otras formas de abuso. En muchos casos, sufren además la posterior estigmatización, lo que dificulta su reintegración en la comunidad.
Las barreras para que las mujeres accedan a la justicia son comunes en contextos de conflicto. La impunidad por la violencia de género es un problema persistente. Además, las mujeres pueden experimentar traumas psicológicos significativos debido a la violencia, la pérdida de seres queridos y las difíciles condiciones de vida durante y después de los conflictos.
Los recursos básicos como alimentos, agua y atención médica son escasos y las mujeres pueden tener un acceso más limitado a estos recursos esenciales, lo que afecta también a su salud y bienestar. Generalmente, tienen menos representación y participación en la toma de decisiones durante los conflictos armados. La exclusión de las mujeres de los procesos de paz y reconstrucción puede perpetuar su vulnerabilidad y limitar su capacidad para influir en el curso de los acontecimientos.
La posición de la ONU