La incisiva escritura de Annie Ernaux, premio Nobel de Literatura 2022

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Annie Ernaux.

La Academia Sueca, responsable de estos galardones, ha entregado, incluyendo esta última edición, este premio a 891 hombres, 60 mujeres y 27 organizaciones. Entre las ganadoras del Premio Nobel, la primera fue Marie Curie, quien ganó el de Física en 1903 junto a su marido Pierre Curie y Henri Becquerel.

El Premio Nobel de Literatura se comenzó a entregar en el año 1901. Desde entonces, sólo 17 mujeres han recibido este reconocimiento. Esta edición, la escritora francesa Annie Ernaux recibe este galardón por “el coraje y la agudeza clínica con las que desvela las raíces, extrañezas y restricciones colectivas de la memoria personal‘.

El jurado, ha destacado que Ernaux “revela la agonía de la experiencia de clase” y describe emociones como “la vergüenza, la humillación, los celos o la incapacidad de ver quién eres”. Ella misma ha afirmado en muchas ocasiones que escribir es un acto político que nos abre los ojos a la desigualdad social.

Ernaux desconoce lo que es la autocensura y se muestra valiente e incisiva en sus relatos hablando de experiencias personales íntimas y cotidianas en primera persona. “Utiliza el lenguaje como un cuchillo para rasgar los velos de la imaginación”.

Annie Erneaux es su propia materia prima, usa sus propias experiencias, sentimientos, dramas y pasiones para narrar la vida. Se pone frente a un espejo en el que todos podemos vernos.

Su obra

Entre sus obras destacan Une femme (1981), en la que habla sobre su madre, La place (1983), en la que describe el progreso social de sus padres o La femme gelée, que trata de su infancia. En El acontecimiento (2000), habla sin tapujos sobre la experiencia personal de abortar cuando era joven, en una sociedad llena de prejuicios y tabúes, y en L’usage de la photo (2005) cuenta una historia de amor marcada por el cáncer de mama.

En ‘Pura Pasión’ (1998), Annie nos cuenta un relato sobre la gran pasión de una mujer culta, inteligente, económicamente independiente que se enamora profundamente de un diplomático “que cultiva su parecido con Alain Delon”.

Pocas veces se había hablado tan abiertamente del deseo que lo absorbe y lo ocupa todo. De la conciencia de la pasión: “A partir del mes de septiembre del año pasado, no hice otra cosa que esperar a un hombre: que me llamara y que viniera a verme. Iba al supermercado, al cine, llevaba la ropa a la lavandería, leía, corregía exámenes, actuaba exactamente igual que antes, pero si no hubiera tenido la costumbre de hacer estas cosas, me habría resultado imposible, salvo a costa de un esfuerzo aterrador.

Al hablar es cuando tenía, sobre todo, la impresión de vivir llevada por mi impulso. Las palabras y las frases, hasta la risa, se formaban en mis labios sin la intervención real de la reflexión o la voluntad. Por lo demás, tan solo guardo un vago recuerdo de mis actividades, de las películas que vi, de las personas con las que me relacioné. Todo mi comportamiento era artificial. Los únicos actos en los que actuaba con voluntad y deseo, y algo que debe de ser la inteligencia humana (prever, sopesar los pros y los contras, evaluar las consecuencias), tenían todos alguna relación con ese hombre”.

 

 

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