Cada vez son más las mujeres que optan por asumir el riesgo empresarial que supone iniciar una empresa. La empresa es un factor generador de crecimiento económico, crea empleo y es un agente clave en la innovación. Así, la empresa y la mujer sostienen una relación de beneficio recíproco: por un lado, la mujer refuerza el papel del mundo empresarial; por otro, la creación de empresas permite que un colectivo amplísimo cuente con nuevas oportunidades de participación en la vida económica.
Sumario:
La cifra total de mujeres empresarias se mantiene en torno al millón
La mujer empresaria cada vez tiene mayor peso en nuestra economía y contribuye, notablemente, a su crecimiento sostenido. Las Cámaras de Comercio, Fundación INCYDE y el Instituto de la Mujer, con el apoyo del Fondo Social Europeo, han realizado un análisis sobre la mujer emprendedora y empresaria en la economía española. En éste estudio se constata que no se puede hablar de un perfil de empresaria único, puesto que coexisten mujeres con características personales y familiares diferentes y, sobre todo, con modos diferentes de entender el espíritu empresarial.
No obstante, en dicho análisis se ha hecho un esfuerzo por crear una tipología atendiendo a la relación jurídica con la empresa, a las motivaciones y a la forma de gestionar la organización. Así, destacan dos tendencias: el de las empresarias sin asalariados o trabajadoras independientes, y el de las empleadoras.
El contingente mayoritario es el de empresaria sin asalariados, que en gran medida emprende por necesidad, creando así su propio empleo. Sus características más destacadas son que tiene un nivel de estudios relativamente bajo, trabaja un gran número de horas y desarrolla su actividad en el sector servicios o en la agricultura.
Estas mujeres acometen su actividad empresarial bajo el denominado modelo de autoempleo que se caracteriza por tener la mejora económica como una de las principales motivaciones. Este modelo da lugar a proyectos empresariales de alcance muy limitado y, en ocasiones, de viabilidad económica comprometida, como concluye el estudio “Las autónomas. Fuente de empleo en momentos de crisis”, realizado por la Organización de Mujeres Empresarias y Gerencia Activa (OMEGA) y el ministerio de Trabajo e Inmigración,
La segunda tendencia importante es el de las empleadoras. Este grupo está compuesto por las empresarias más jóvenes y mejor formadas. Sus empresas pertenecen, casi con exclusividad, al sector servicios; y dirigen las empresas de mayor tamaño relativo. Su actuación se corresponde con el denominado modelo empresarial, en el que se emprende por oportunidad de negocio y/o para superar las limitaciones para el desarrollo profesional que tenían como asalariadas o para tener una mayor flexibilidad en la gestión del tiempo. Aunque sólo dos de cada diez empleadas por cuenta propia pertenezcan a este grupo, es el que está experimentando un mayor crecimiento en los últimos años, según el estudio “Impacto de la actividad empresarial femenina en la economía española”, elaborado por OMEGA.
En relación con las asalariadas, las empresarias españolas se concentran en mayor medida en los servicios, especialmente en el comercio, la hostelería, la restauración y los servicios personales. Las emprendedoras españolas de más edad son las empleadoras. En cuanto a la formación, las emprendedoras no empresarias tienen un nivel más bajo. Por otro lado, trabajan habitualmente más horas y optan en mayor medida a la jornada parcial por las obligaciones familiares ya que tienen una mayor probabilidad de estar casadas.
Las empresarias españolas están mostrando un comportamiento estable en los últimos diez años: la cifra total de mujeres empresarias se ha mantenido en torno al millón, según constata el informe “Mujer y poder empresarial” del Instituto de la Mujer. Pero dicha estabilidad oculta una importante dinámica interna, que afecta tanto a las características personales como a la tipología de las empresarias, y que es consecuencia de los cambios socioeconómicos de las últimas décadas. El acceso de las mujeres a los niveles medios y superiores de educación y su participación generalizada en el empleo han reducido las diferencias entre las características de los hombres y mujeres que emprenden.
De la investigación “Mujer y liderazgo en el siglo XXI”. del Instituto de la Mujer, se desprende que a día de hoy, las diferencias entre empresarios y empresarias no se centran en sus características personales (edad, nivel de estudios…), sino sobre todo en las características de sus empleos (tareas que desarrolla, horas de trabajo,…) y en el tamaño de sus empresas.
Asimismo, el importante diferencial educativo y las diferencias culturales entre las mujeres más jóvenes y las de mayor edad se reflejan en los dos perfiles de empresarias antes señalados y en el crecimiento que está experimentando el grupo de empleadoras.
Otra investigación, “Mujer y desafío emprendedor en España” de la Universidad de Cádiz, afirma que la realidad de las emprendedoras y empresarias españolas está marcada por la falta de espíritu emprendedor que caracteriza a la sociedad española actual, un mercado laboral limitado en oportunidades de empleo, la pervivencia de una cultura y una estructura social articulada en torno a la diferencia de género y el modelo empresarial de referencia.
Estos factores configuran un escenario que, de partida, se presenta como problemático y limitador de la iniciativa y del desarrollo empresarial para las mujeres. De dicho escenario se derivan varios factores que dificultan la práctica empresarial a las mujeres, pero el obstáculo específico de mayor importancia es la conciliación de la vida familiar y laboral.
Además de la conciliación, existen otros obstáculos, en muchos casos comunes a los de las empresas dirigidas por hombres, que tienen una mayor incidencia en el desarrollo de la actividad empresarial femenina. Entre ellos destacan una mayor dificultad de acceso a la financiación, una menor formación empresarial, la falta de asociacionismo, la falta de formación en idiomas y en nuevas tecnologías o la dificultad de acceso a la formación continua.
Estos obstáculos interaccionan y, en ocasiones, se refuerzan. Así, las responsabilidades familiares condicionan la actividad empresarial de las mujeres y determinan, en gran medida, su menor dedicación horaria, la escasa participación en redes de negocios y el menor asociacionismo.
El porqué de Emprender
(Motivaciones por las que las mujeres deciden emprender)
FUENTE: Fundación Mujeres