“No soy una madre perfecta”

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Silvia Álava durante su intervención en la Semana de la Mujer 2015
Silvia Álava durante su intervención en la Semana de la Mujer 2015

Ser una madre perfecta se ha convertido en una obsesión para muchas mujeres. Querer llegar a todo y no poder se convierte en un sentimiento de frustración constante que nos impide disfrutar plenamente de la maternidad.

La psicóloga Silvia Álava, que participó como ponente en la jornada ‘Mujer y maternidad’ de MADRID WOMAN’S WEEK, nos trae hoy al Cuaderno de la Mujer un artículo muy interesante sobre cómo afrontar la maternidad sin dejarnos influir por los estereotipos y aceptando que la perfección no existe.

Todas las personas por nuestra condición inherente de humanos somos imperfectos, y es algo que cuanto antes admitamos, mejor. Con la maternidad pasa lo mismo, la madre perfecta no existe. Además ¿hasta que punto las ideas preconcebidas o los consejos de la madre, de las amigas o de la suegra pueden hacer que una mujer sienta que no sigue “el guión” de lo que se considera como “buena madre”?

No existe un baremo para medir “cuánto de buena madre se es”.

Por darles verduras cuatro veces por semana, en lugar de tres, no se es mejor madre o por llevarle a tres actividades extraescolares no eres mejor que la madre que lleva a su hijo solo a una. No puntúes tu valía como madre en función de la cantidad de tiempo que dedicas a los niños. Lo que hay que valorar es la calidad de las relaciones y el vínculo con los hijos.

No dejes que nadie te machaque con sus teorías.

Puede que lo que a otras madres les ha funcionado, a ti no te valga. Tú sabes lo que a tú hijo le hace feliz, y te aseguro que ver a su madre sintiéndose bien y realizada, disfrutando de cada uno de los momentos que pasas con tu hijo, en lugar de triste y amargada por lo que te pierdes es una de las cosas que más feliz le harán.

Además, la sociedad actual a menudo pretenden infundirnos la idea de que para ser una mujer exitosa hay que ser una buena madre que sabe conciliar su familia con el trabajo; una trabajadora de éxito, que indistintamente puede liderar un equipo o hacer el mejor de los pasteles para sus hijos, y que, se mantiene en forma, delgada, y se viste y se peina a la última moda. ¿Realmente esto existe? Cuidado con la meta o el objetivo que nos imponemos, porque cuando las mujeres se marcan objetivos tan desmesurados, que son tan difíciles de cumplir, lo que consiguen es sentirse mal continuamente y cuestionarse si en el fondo no son buenas madres, cuando el problema está en haberse fijado un listón inalcanzable.

En un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Mary (Washington) encontraron que cuanto más lejos las madres se veían de su ideal de imagen de maternidad, mayor era la tendencia a sentirse avergonzadas. Y esta relación se hacía aún más intensa cuando las madres estaban muy preocupadas por la crítica o evaluación negativa de los demás. En cambio aquellas madres que se mostraban más seguras e independientes de las opiniones y juicios de otras personas, eran capaces de recocer sus errores e imperfecciones sin sentirse avergonzadas.

Decálogo para no venirse abajo y no sentirse una mala madre:
1. La madre perfecta no existe, porque no existen las personas perfectas.
2. Asume tus limitaciones. Conociéndolas podrás pedir ayuda y trabajar en mejorarlas.
3. No te fustigues por tus errores, reconócelos, y aprende de ellos.
4. Infórmate sobre la problemática de tu hijo, el conocimiento aporta seguridad.
5. Confía en ti misma. Madre no hay más que una, y esa eres tú.
6. Procura pasar buenos momentos con tus hijos, en los que no sólo las obligaciones estén presentes.
7. Juega con ellos, y hazles mimos. Los besos, caricias, cosquillas, ayudan a fomentar el vínculo emocional y el apego.
8. Corrígeles cuando no lo hacen bien. Es parte de tu labor como madre.
9. Procura no enfadarte y no gritar. Cortarles a tiempo con una mirada cargada de desaprobación, ahorrará muchos gritos y malos ratos.
10. Aprende a querer a tus hijos como son. La base de la educación estará en mitigar sus defectos y potenciar sus valores.

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