El portátil: Una vida nueva a golpe de clics

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Un camión, con los faros encendidos y sus cromados relucientes, se acercó a gran velocidad hasta mí. Cuando estuvo a mi altura, la puerta del conductor se abrió y un brazo de hombre, remangada la camisa, se agarró con fuerza a mi corazón. El camión prosiguió su alocada carrera, pero el brazo siguió aferrado a mí, desprendiéndose del cuerpo y mostrando un atroz muñón. El pecho me dolía tanto que me desperté. Eran las cuatro de la mañana y la habitación del hospital estaba a oscuras.

3 de Marzo
Llevo cuatro meses en el hospital. Una caída “fortuita” me rompió las dos piernas. Y por si fuera poco me han diagnosticado una osteomielitis. Como ocurre habitualmente los nombres de enfermedades se desconocen hasta que te topas con ellas. Es un tumor cancerígeno en toda regla.

Ya me avisó el médico que los calmantes eran algo alucinógenos y cada vez que me duermo sueño cosas extrañas. Al principio traté de encontrar una relación entre lo soñado y mi vida, pero he desistido por cansancio y porque, en el fondo, rebuscar en el pasado me agudiza el dolor.

Amanece. La luz se va haciendo poco a poco, primero tímidamente, temiendo despertar a alguien, luego coge confianza y te invade la habitación sin pedir permiso. Como siempre el nuevo día trae su carga de ilusión y su carga de angustia.

Estoy preparada para la parafernalia diaria. Primero la enfermera con su bandejita de medicinas, hablando bajito por si fuera posible que el día se retrase y los enfermos no den la lata. Luego las auxiliares, que te cambian las sabanas y el camisón, dejándote desnuda sin el menor sentido del pudor. Y finalmente los médicos, con su cortejo de residentes inexpertos y ávidos de sabiduría. Algunos me recuerdan a mí cuando era joven, ansiosa por aprender.

Con ayuda me he pintado los ojos y los labios. El médico lo ha notado y me ha echado un piropo. Es la primera vez en varios meses que un hombre me piropea y aunque sé perfectamente que es sólo un cumplido para levantarme el ánimo, me sienta estupendamente. ¡Si los hombres supieran lo que nos gustan a las mujeres los piropos!

20 AÑOS ANTES

Conocí a Andrós en una fiesta en la Costa Azul. Yo acababa de romper una relación y estaba deseosa de volver a enamorarme. Nunca he podido vivir sin amar y ser amada. Él tenía treinta años más que yo pero era muy atractivo. Me gustó enseguida. Apenas hablamos. Me pidió que lo llevara a su casa porque no tenía ganas de conducir. Cuando llegamos al aparcamiento, me señaló un Testarrosa y me tendió las llaves a la par que me retaba:

“¿Te atreves con esto?”

No soy capaz de decir que no a un reto. Era la primera vez que conducía un coche así. No nos matamos de milagro. Él no paraba de reírse. Esa noche me quedé a dormir en su casa. Quince días después nos casamos en Atenas.

Me entregué a él cómo sólo las mujeres sabemos entregarnos. Él me correspondió. Fuimos felices, muy felices.

Andrós era propietario de varias empresas entre las que se encontraba una compañía aérea con base en Suráfrica. Viajamos por el mundo entero y gastábamos dinero a raudales, no nos importaba lo más mínimo. Algunas locuras de las que hicimos, prefiero no recordarlas porque, ahora que lo pienso, fuimos unos inconscientes.

10 de Marzo

Los dolores me han tenido toda la noche despierta. Estoy deseando que llegue el día para que desparezcan con la oscuridad.
A veces pienso que el dolor es una venganza que se toma la vida cuando no has sabido apreciarla.

Hoy empiezo terapia con el psicólogo del hospital porque pronto me van a quitar las escayolas y no sabemos qué nos vamos a encontrar. Tengo miedo, pero no lo digo.

15 de Marzo

Mis piernas son como dos palillos de dientes, enclenques, sin fuerza, la musculatura ha desaparecido por completo. El rehabilitador me da suaves masajes que me alivian. Me cuenta cosas de su mujer y sus hijas para distraerme. Y lo consigue. Aunque me da un poco de envidia. A menudo hubiera cambiado dinero y pasión por un poco de ternura.

DIEZ AÑOS ANTES

Nuestra vida transcurre a un ritmo vertiginoso. Con frecuencia no sé en qué ciudad me despierto, a veces no sé ni en qué país. Andrós me da todos los caprichos, tenemos casa en París, Atenas, Lausana, Niza, Ciudad del Cabo… Casas por todas partes, hogar en ningún sitio.

30 de Marzo

Todavía no puedo andar pero ya muevo las piernas. El rehabilitador es un mago.

He pedido un ordenador conectado a Internet. Mi médico me trae un portátil que su hijo ha desechado por antiguo. A mí me parece una maravilla. Necesito salir de esta habitación aunque sea de forma virtual. Qué sorprendente es la vida, hace poco no sabía qué coche usar de entre los varios modelos que me aguardaban en el garaje. Ahora un pequeño ordenador usado me hace feliz.

CINCO AÑOS ANTES

Llevo algún tiempo preocupada por la relación con mi marido. Sus reacciones son cada vez más inesperadas. Me dice que me quiere pero me desprecia en público. Todo lo que hago le parece mal. Ya no le gusto. Sólo le interesan sus negocios y ese afán desmesurado por ganar más y más dinero.

8 de Abril

Necesito superar las ganas que tengo de morirme. Busco dentro de mí algo de energía que me dé valor para seguir adelante. El psicólogo hace lo que puede.

9 de Abril

Me he aficionado a Internet. Suelo leer una revista para mujeres. Tiene todas las secciones habituales: belleza, moda, viajes etc. Echo de menos una página de cocina. Me dirijo a la Directora y me ofrece que yo la escriba.

15 de Mayo

Llevo varios días mandando recetas a la revista. Me piden que escriba más.


DOS AÑOS ANTES

Soy una piltrafa humana, o ni siquiera humana, soy una muñeca de trapo. He perdido mi dignidad, me arrastro por la vida tratando de comprender lo incomprensible. Me pregunto cómo he podido enamorarme de este hombre.

30 de Mayo

La revista on line me pide que escriba mil quinientas recetas, ¡PAGÁNDOME!

Me viene de miedo. No tengo ni un céntimo y el banco ha dejado de pagarme los recibos. Le pido a la revista que me ingrese el cheque directamente en la cuenta. No es mucho pero en estos momentos, para mí, es una fortuna. Y pensar que en otra época ese dinero me lo gastaba en una cena.

15 de Junio

“Llueve sobre la ciudad como llueve en mi corazón” estoy recitando los versos en medio de la calle. Estoy empapada y el agua sube. El nivel alcanza mi boca y se cuela en mi interior, mi corazón se inunda del todo.¡ Me ahogo!

No estoy empapada de la lluvia, estoy empapada de sudor. Otra vez despierta a las cuatro de la mañana. Hoy me toca otra sesión de quimioterapia.

Estoy acongojada. Tengo ganas de llorar. Dudo un momento. Cojo el ordenador y empiezo a escribir, una, dos, tres, cuatro hasta doce recetas de cocina. Y ahora un postre de chocolate. Me relamo. Estoy lanzada.

Me acuerdo de un artículo de prensa sobre economía y me atrevo a opinar sobre el asunto. Del chocolate paso a los derivados y los bluechips.

Le doy a enviar en el momento que aparece el celador con cara de circunstancias, le espeto “mi padre tenía razón, trabajando se quita todo” y por los pasillos voy cantando “VAMONOS PÁ LA FERIA CARIÑO MIO”.
A mi paso se suceden los oles de los demás enfermos de la planta.

18 de Junio

Se me está cayendo el pelo. En cambio mis piernas empiezan a tener el aspecto de antes. Largas, musculosas, sexys. Las tengo muy depiladas para que los masajes no molesten. Me las miro y disfruto recordando la de silbidos que recibieron cuando empecé a usar minifalda.

Mi artículo sobre economía ha sido publicado. Me animo y escribo otros que voy mandando con regularidad. A la par busco Webs a las que les puedan interesar mis recetas o mis comentarios sobre actualidad económica. Pronto me voy haciendo una cartera de clientes que solicitan mi colaboración. Establezco tarifas. Constituyo una SL.

UN AÑO ANTES

La situación es ya insostenible. Decido marchar antes de que acabe conmigo del todo. El precio que he pagado es altísimo. Me he dejado la dignidad, la salud, la vida. Estoy sola, sin casa, sin dinero. Estoy vacía, hastiada. No sé a dónde ir.

25 DE JUNIO

Ya ando estupendamente. Me he comprado una peluca. Estoy guapísima.

He ampliado el negocio: hago correcciones de texto y traducciones. Me va muy bien y el director del banco ha vuelto a dirigirme la palabra.
El médico me da el alta para mañana aunque tendré que volver a consultas externas para las sesiones de quimio.

HOY

Me ha costado dormirme. He trabajado hasta las tantas. No he soñado. Todo el personal del hospital está pendiente de mí. Todos pasan por mi habitación a despedirme.

Me subo a un taxi con mi portátil en la mano.

Tengo 47 años. Soy mujer. ¡Soy libre!